Educar en la incertidumbre: la pandemia

Por: Prof. Daniel Brito – Coach Personal y Ontológico


Hablar de una educación desde la incertidumbre puede sonar como a ciencia ficción. Pero si asumimos el contexto llamado COVID-19, nos lleva a repensar que educar en la incertidumbre es una realidad a la que debemos recurrir al salir de esta pandemia.

La incertidumbre no es encontrarnos con la nada, es más bien ubicar el sentido de lo que se tiene en el presente. Pero un presente que ya no aporta seguridades, en donde la vulnerabilidad no es cuestión de debilidad sino que la fragilidad es parte de la historia humana. Y que las verdades absolutas se renuevan cuando se da el milagro de encontrarnos a nosotros mismos.

  • ¿Qué significa encontrarnos a nosotros mismos desde la incertidumbre?

El encuentro con nosotros mismos lleva a descubrir que la rigidez abre brechas emocionales, y esas brechas generan heridas que van haciendo pequeñas tormentas existenciales y de allí es muy fácil caer en la tentación del sin sentido.

Una educación en la incertidumbre es abrir el conocimiento de una vida capaz de alimentar el ser, y que este ser no es estático, sino siempre abierto al cambio. Ya lo decía Heráclito: “nadie puede bañarse en el rio dos veces porque todo cambia en el rio y en el que se baña”. Y eso significa educar en el ser, no siempre son las mismas experiencias las que se viven, aunque pueda existir actividades similares su impacto emocional en nuestro ser no es igual que el anterior.

Educar en y desde la incertidumbre es despertar la conciencia que todo no está dado, que es ir descubriendo su esencia. Que el error es parte de la vida, y que no todo es lineal y abstracto. Tal como afirma Morín (2007) en su texto Los siete saberes para la educación del futuro: “La historia no constituye entonces, una evolución lineal. Ella conoce turbulencias, bifurcaciones, desviaciones, fases inmóviles, estadios, periodos de latencia seguidos de virulencias” (p.79). Si vinculamos esta frase a nuestra experiencia vital, se puede constatar que todo surgimos en un hacerse y en un reinventarse.

  • La pandemia ante un mundo incierto

Citando nuevamente a Morín, el autor nos hace ver que la incertidumbre no es algo oscuro en la humanidad, en varias oportunidades se convierte, la incertidumbre, en un espacio para que la creatividad y la innovación se haga presente en la humanidad. Por ello, Morín (2007) afirma que:

“Una nueva conciencia empieza a surgir: el hombre, enfrentado a las incertidumbres por todos los lados, es arrastrado hacia una nueva aventura. Hay que aprender a enfrentar la incertidumbre puesto que vivimos una época cambiante donde los valores son ambivalentes, donde todo está ligado” (p.82).

Si puede expresarse en términos como positivo del contexto denominado pandemia, es el hecho que a toda la humanidad a pensar y repensar en un cambio, pero un cambio en todo el sentido de la palabra. Ya se avecina un cambio en las interacciones sociales, se habla ya de un distanciamiento social. Incluso, los saludos y forma de expresar un afecto ya ha cambiado. La educación ha cambiado, y ha tenido que enfrentar serias dificultades para poder cumplir su misión. Se han caído ciertos mitos en donde se creía que se estaba preparado para una educación desde las tics, pero nos damos cuenta que no es del todo cierto, que aún queda una asignatura pendiente y que es necesaria trabajar desde todos los actores.

Se puede decir que hay una nueva aventura luego del pos-pandemia, totalmente, y esa aventura es la de aprender a valorar más las cosas, a vivir con un sentido de mayor pertenencia a este mundo, a no ser indiferente y no creernos poderosos por tener quizás un poco más de ventaja sobre el resto. Y queda la aventura de dejar ciertos valores humanos en abstracto, por ejemplo: la igualdad. Hoy queda al desnudo, que todos somos iguales, que las clases sociales es un mito pues todos somos vulnerables al hecho de la muerte.

  • Educar en el conocimiento que es incierto

Si algo nos deja claro la pandemia es que el conocimiento no es algo que se encaja en cuatro paredes. Que el sale cuando nos enfrentamos y nos retamos como seres humanos, a ser un mejor ser humano. A dejar a un lado tanta realidad virtual y situarnos ante un hecho enigmático pero a su vez tan presente en la historia personal: la muerte.

Afirma Morín: “El conocimiento es una aventura incierta que conlleva en sí misma y permanentemente el riesgo de ilusión y de error”. Esta pandemia es una invitación a reflexionar sobre los errores, que no es el hecho de hacer un juicio destructivo, sino buscar horizontes de encuentros, de reconciliación, de rehacer la vida y de pensarla de manera diferente.

No se puede ver la vida, las necesidades de otros seres humanos como un problema de Estado, es también necesario unirnos, ser parte y agente de cambio, y en eso, las aulas de clases deben ser un semillero de personas más humanas, que no significa ser perfectos, sino sencillamente: humanos.

Conclusiones

A manera de cierre, educar en la incertidumbre es permitir y permitirse el derecho que todos tenemos: ser un ser humano vinculado con nuestras emociones, y que somos un ser integral, no un ser de aplicaciones.

Bibliografía

Morin, E. (2007). Los sietes saberes necesarios para la educación del futuro. Francia: Unesco.


Las opiniones reflejadas aquí son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la posición de la Red de Investigadores en Creatividad e Innovación en Educación (RICIE) o de algún otro de sus integrantes.